Matariki | Tzab | Motz | Qutu | Qolqa
English
Giving a talk about my Fulbright project in Wellington was a milestone in my two-month residency. I met my wonderful Fulbright Commission hosts at “Te Tūāpapa Mātauranga o Aotearoa me Amerika,” including Kyla Orr, Program Manager, Sarita Magan, Events and Alumni Coordinator, and Anthony, Kyla’s young son who was my most enthusiastic and engaged listener! I was delighted to see Dr. Pauline Harris, particle physicist from the University of Victoria and expert on Māori astronomy, sitting in the audience next to my academic host, Rachel Wolfgramm. Also present were a group from the Wellington Astronomical Society led by their President, Antony Gomez, and a group from the Latin America Center of Asia-Pacific Excellence (CAPE), led by Matthew O’Meagher of the University of Victoria. My salsa friends sat up close and I was grateful for their support.
My talk focused on highlighting the whakapapa (or lineage) of the learning experiences during my residency thus far and pointing out cross-cultural connections with the two other regional foci of my research. For original peoples in Polynesia, Mesoamerica, and the Andes, the Pleiades continue to be an important source of knowledge, both culturally and scientifically. The names that Māori, Maya, and Quechua give the star cluster is telling, because they express worldviews and the fundamental importance of observing the stars to take care of native foods.
Māori call the cluster Matariki, and according to Rangi Mātāmua’s research, the name is an abbreviation of “Ngā Mata o te Ariki Tāwhirimātea—The Eyes of the God Tāwhirimātea, ruler of the winds. Other Māori names for the cluster include: “Te Huihui o Matariki” (the assembly of Matariki), “Aokai,” and “Hokokūmara.” The latter two highlight the cluster’s connection with food. Matariki is central to the Kainga, the traditional center for economic activity including the production of staple foods and their distribution in the traditional Māori economy (“kai” means food).
The Maya are renowned for their astronomical knowledge as the source of precise celestial calendars that are still in use, particularly in the highlands of Guatemala. The K’iche’ Maya observe the setting of the Pleiades (Jun Much meaning “80” or Motz, meaning “handful of corn kernels”) for agricultural purposes in preparation for planting. The Mam Maya call the cluster Wutx, which also means “handful of seeds.” Yucatec Maya call the cluster Tzab (meaning “the rattle of the snake”) and observe its pre-dawn rise near the time of the June solstice as an important marker for the planting of corn.
Andean communities today manage thousands of varieties of potato and other tubers as well as more than 500 varieties of maize. They observe the Pleiades, which they call Qolqa (“storehouse”) or Qutu (“handful”) in Quechua, during the post-sunset setting of the cluster in early May (Qarwa mita) and the pre-dawn rising of the cluster in mid-June (Onqoy mita). These observations are made to time the planting of potatoes and to ascertain the year’s bounty.
Indigenous astronomical knowledge continues to thrive, and important advances have been made to revitalize knowledge of the Pleiades from the perspective of the three individual cultures. The value-added contribution of this project is the cross-cultural research that is made possible by the Fulbright US Global Scholar Award and the potential to add new insights through international collaboration. The research components that I am conducting in each country are: To ascertain new knowledge about the Pleiades, corroborating and contrasting with prior research; To analyze, compare, and contrast the purposes and methods people use to observe the Pleiades; To learn how people perceive and think about the Pleiades, including stories and legends that are the carriers of scientific as well as cultural knowledge; and, To identify contacts of key informants as resources for future research, stewardship, and international collaboration. The connections made in Wellington and elsewhere in New Zealand are an important framework for intercultural and inter-generational learning.
Espanol
Un hito en mi beca fue dar una charla sobre mi proyecto Fulbright en Wellington; lo sentí como un acontecimiento puntual y significativo. Me encontré con mis maravillosos anfitriones de la Comisión Fulbright en “Te Tūāpapa Mātauranga o Aotearoa me Amerika”, incluyendo a Kyla Orr, Gerente de Programas, Sarita Magan, Coordinadora de Eventos y Exalumnos, y Anthony, el hijo pequeño de Kyla que fue mi oyente más entusiasta y concentrado. Me encantó ver a la Dra. Pauline Harris, física de partículas de la Universidad Victoria y experta en astronomía maorí, sentada en la audiencia junto a mi anfitriona académica, Rachel Wolfgramm. También estuvieron presentes un grupo de la Sociedad Astronómica de Wellington dirigido por su presidente, Antony Gómez, y un grupo del Centro Latinoamericano de Excelencia Asia-Pacífico (CAPE, por sus siglas en inglés), dirigido por Matthew O’Meagher de la Universidad Victoria. Mis amigas amantes de la salsa se sentaron cerca para apoyarme, un gesto muy bienvenido.
Mi charla se centró en resaltar el whakapapa (o linaje) de las experiencias de aprendizaje durante mi residencia hasta el momento y señalar conexiones interculturales con los otros dos enfoques regionales de mi investigación. Para los pueblos originarios de Polinesia, Mesoamérica y los Andes, las Pléyades continúan siendo una importante fuente de conocimiento, tanto cultural como científicamente. Los nombres que los maoríes, los mayas y los quechuas dan al cúmulo estelar son reveladores, porque expresan cosmovisiones y la importancia fundamental de observar las estrellas para cuidar los alimentos nativos.
Los maoríes llaman al cúmulo Matariki, y según la investigación de Rangi Mātāmua, el nombre es una abreviatura de “Ngā Mata o te Ariki Tāwhirimātea: Los ojos del dios Tāwhirimātea, gobernante de los vientos”. Otros nombres maoríes para el cúmulo incluyen: “Te Huihui o Matariki” (la asamblea de Matariki), “Aokai” y “Hokokūmara”. Los dos últimos resaltan la conexión del cúmulo con la comida. Matariki es fundamental para el Kainga, el centro tradicional de actividad económica que incluye la producción de alimentos básicos y su distribución en la economía maorí tradicional (“kai” significa comida).
Los mayas son reconocidos por su conocimiento astronómico como la fuente de calendarios celestes precisos que todavía están en uso, particularmente en las tierras altas de Guatemala. Los mayas quichés observan la puesta de las Pléyades (Jun Much, que significa “80” o Motz, que significa “puñado de granos de maíz”) con fines agrícolas en preparación para la siembra. Los mayas mam llaman al cúmulo Wutx, que también significa “un puñado de semillas”. Los mayas yucatecos llaman al cúmulo Tzab, que significa “el cascabel de la serpiente” y observan su salida antes del amanecer cerca de la época del solsticio de junio como un marcador importante para la siembra de maíz.
Las comunidades andinas hoy manejan miles de variedades de papa y otros tubérculos, así como más de 500 variedades de maíz. Observan las Pléyades, a las que llaman Qolqa (“almacén”) o Qoto (“puñado”) en quechua, durante la puesta del cúmulo después de la puesta del sol a principios de mayo (Qarwa mita) y la salida del cúmulo antes del amanecer durante mediados de junio (Onqoy mita). Estas observaciones se hacen para cronometrar la siembra de papas y determinar la generosidad del año.
El conocimiento astronómico indígena continúa prosperando, y se han realizado importantes avances para revitalizar el conocimiento de las Pléyades desde la perspectiva de las tres culturas individuales. La contribución mayor de este proyecto es la investigación intercultural que es posible gracias al Fulbright US Global Scholar Award y el potencial para sumar nuevas ideas a través de la colaboración internacional. Los componentes de investigación que estoy llevando a cabo en cada país son: Determinar nuevos conocimientos sobre las Pléyades, corroborar y contrastar con investigaciones anteriores; analizar, comparar y contrastar los propósitos y métodos que las personas usan para observar las Pléyades; aprender cómo las personas perciben y piensan acerca de las Pléyades, incluyendo historias y leyendas que son portadores del conocimiento científico y cultural; e identificar contactos de informantes clave como recursos para futuras investigaciones, protección y colaboración internacional. Las conexiones realizadas en Wellington y en otras partes de Nueva Zelanda son un marco importante para el aprendizaje intercultural e intergeneracional.