Mary Ellen | Marielena

English

My youngest daughter Mary Ellen arrived at dawn, surely as Matariki was rising, at the Auckland airport. She had gotten a bit of sleep in the overnight flight from San Francisco, so we pushed through and drove toward Lake Taupo to begin our journey south. We made two stops, the first one to greet the Pou. It was so beautiful in the morning twilight. The second stop was because we were both hungry for breakfast. I wanted to show her the little cottage in Tamahere that my friends and I had called home for a month; and of course, introduce her to Rose and Petal. The homeowners were not there, so we just visited with the pigs a while and walked over to the Punnet Café next door to have a yummy breakfast. Recharged, we continued to Lake Taupo. After settling into our lodgings, we went to the nearby mountain thermal spring that cascades down to the Waikato river, and walked over the bridge to see Huka Falls. Mary Ellen was taking little cat naps in the car to try to stay awake and beat the jet-lag. That evening during dinner at our lodging, she spilled the wine. It was red wine. On impeccable white carpet. Cabernet stains deep. In hindsight, she should have slept more. Like I told Mary Ellen, who was feeling very bad: “If everything goes right, there are no stories.” This one ended very well, despite the work that the owner had to do to remove all trace of red stain from the carpet using his fancy wet vac.

Español

Mi hija la más chica, Marielena, llegó al amanecer, seguramente cuando estaba saliendo Matariki, en el aeropuerto de Auckland. Ella había dormido un poco en el vuelo nocturno desde San Francisco, así que conducimos hacia el lago Taupo para comenzar nuestro viaje hacia el sur. Hicimos dos paradas, la primera para saludar al Pou. Estaba tan hermoso en el crepúsculo de la mañana. La segunda parada fue para desayunar. Quería mostrarle la casita en Tamahere que mis amigas y yo habíamos hecho nuestro hogar durante un mes; y por supuesto, presentarle las cerditas Rose y Petal. Los propietarios no estaban allí, así que visitamos a las cerdas un rato, dándoles verduras de comer, y nos dirigimos al lindante Punnet Café para comer un delicioso desayuno. Recargadas, continuamos hacia el lago Taupo. Después de instalarnos en nuestro alojamiento, fuimos a la fuente termal de la montaña cercana que cae en cascada hasta el río Waikato, y cruzamos el puente para ver las cataratas Huka. Marielena estaba tomando unas siestecitas en el auto para tratar de mantenerse despierta y superar el jet lag. Esa noche, durante la cena en nuestro alojamiento, ella derramó el vino. Era vino tinto. Sobre una impecable alfombra blanca. El Cabernet mancha profundamente. En retrospectiva, debería haber dormido más, pobrecita. Como le dije a Mary Ellen, que se sentía muy avergonzada: “Si todo sale bien, no hay historias”. Este día terminó muy bien, a pesar del trabajo que el propietario tuvo que hacer para eliminar todo rastro de mancha roja de la alfombra, usando su sofisticada aspiradora húmeda.