Giant Moa in the Sky | Moa gigante en el cielo
English
Before Māori ancestors arrived in New Zealand from Polynesia in the early 1300s bringing with them dogs and rats, local birds had no land-based predators. Without omnivorous threats, kiwi and the other flightless birds could safely forage from the forest floor, living and nesting on the ground. This explains the abundance of flightless birds, including the famous kiwi, still found in New Zealand. Of the forty or so species of flightless birds in the world today, New Zealand still has the largest concentration of them, 16 in number. They include kiwi, takahe, weka, kakapo, and several species of penguins. The kakapo (Illustration below by Kevin Stead) is the only flightless parrot in the world, which is highly endangered and now only lives in safeguarded, predator-free islands. On this trip we saw a kiwi in captivity and a weka (pictured below) walking around by the side of the road; they are about the size of a big chicken and move slowly. Fifteen flightless birds are known to be extinct, including all nine species of moa, which became extinct within a few hundred years of the arrival of the Polynesians. When Tania and I visited the museum in Auckland that has an exhibit about the giant birds, she looked at the moa behind the glass case and wistfully said: “We ate them all.” Māori oral tradition describes the moa (Dinornithiformes) as a swift runner that defended themselves by kicking when backed into a corner. Moa were an important source of protein for Māori, who also used the bones to make spear points, hooks, and other tools and ornaments. The bird’s large egg case was used to carry water. The South Island Giant Moa was one of the largest birds that ever existed, weighing up to 240 kilograms (almost 500 lb) and measuring up to 3.5 meters (12 ft) in height. The females were significantly larger than the males. I wondered how Māori thought of the moa when they coexisted. I googled “maori proverbs on moa.” Several whakataukī lament the disappearance of the flightless bird, and others from colonial times speak of the fear that, like the moa, Māori culture and people would disappear. “Ka ngaro ā-moa te iwi nei,” (The people will disappear like the moa).
I asked myself whether moa would have been part of Māori sky lore, particularly in relation to the Milky Way. Many indigenous cultures of the Southern Hemisphere identify important animals in the dark molecular clouds of the Milky Way. The outlines of these celestial animals are defined by dark nebulae (opaque clouds of dust and gas in interstellar space) that are outlined against the Milky Way background. I have personally heard Andean people in Peru speak of seeing llamas in the sky. In Quechua, “Llamacñawin, Unallamacha” means “the eyes of the llama with baby llama.” Our two closest stars beyond the Sun, Alpha and Beta Centauri, located at a distance of 4.4 light years away, can only be seen from the Southern Hemisphere. These are the “eyes of the llama,” embedded in the dark cloud that cuts across the plane of the Milky Way Galaxy, outlining the shape of the mother llama with a suckling baby behind (Illustration below by Smithsonian Institution National Museum of the American Indian). In Argentina’s Chaco Province, the Mocoví indigenous people speak of Naxiq, a ñandú in the sky (ñandú is a small, South American flightless bird). Australian Aboriginals see an emu in the sky. I wondered if Māori saw giant moa in the sky.
Español
Antes de que los antepasados maoríes llegaran a Nueva Zelanda desde la Polinesia a principios de 1300, trayendo consigo perros y ratas, las aves locales no tenían depredadores terrestres. Sin amenazas omnívoras, los kiwis y las otras aves no voladoras podrían alimentarse sin peligro del suelo del bosque, viviendo y anidando en el suelo. Esto explica la abundancia de aves no voladoras, incluido el famoso kiwi, que todavía se encuentra en Nueva Zelanda. De las aproximadamente cuarenta especies de aves no voladoras en el mundo actual, Nueva Zelanda todavía tiene la mayor concentración de ellas, dieciséis en número. Incluyen kiwis, takahe, weka, kakapo y varias especies de pingüinos. El kakapo (Ilustración a continuación de Kevin Stead) es el único loro no volador del mundo, que está en gran peligro de extinción y ahora solo vive en islas protegidas y libre de depredadores. En este viaje vimos un kiwi en cautiverio y un rascón weka (en la foto a continuación) caminando al lado de la carretera; son del tamaño de un pollo grande y se mueven lentamente. Se sabe que quince aves no voladoras se han extinguido, incluidas las nueve especies de moa, que se extinguieron unos pocos cientos de años después de la llegada de los polinesios.
Cuando Tania y yo visitamos el museo en Auckland que tiene una exhibición sobre los pájaros gigantes, miró el moa detrás de la vitrina y dijo con nostalgia: “Nos los comimos a todos”. La tradición oral maorí describe al moa (dinornitiformes) como un corredor veloz que se defendía a patadas cuando lo arrinconaban. Los moas eran una fuente importante de proteínas para los maoríes, que también usaban los huesos para hacer puntas de lanza, ganchos y otras herramientas y adornos. El enorme cascarón de huevos del pájaro se usaba para transportar agua. El moa gigante de la Isla Sur fue una de las aves más grandes que jamás haya existido, con un peso de hasta 240 kilogramos (casi 500 lb) y una altura de hasta 3.5 metros (12 pies). Las hembras eran significativamente más grandes que los machos. Me preguntaba qué pensaban los maoríes de los moas cuando coexistían. Busqué en Google “proverbios maoríes sobre los moas”. Varios whakataukī lamentan la desaparición del pájaro no volador, y otros de la época colonial hablan del temor de que, como el moa, el pueblo y la cultura maorí desaparezcan. “Ka ngaro ā-moa te iwi nei” (La gente desaparecerá como el moa).
Me pregunté si los moas habrían sido parte de la tradición del cielo maorí, particularmente en relación con la Vía Láctea. Muchas culturas indígenas del hemisferio sur identifican animales importantes en las oscuras nubes moleculares de la Vía Láctea. Los contornos de estos animales celestes están definidos por nebulosas oscuras (nubes opacas de polvo y gas en el espacio interestelar) que están delineadas en el fondo de la Vía Láctea. Personalmente escuché a los andinos en Perú hablar de ver llamas en el cielo. En quechua, “Llamacñawin, Unallamacha” significa “los ojos de la llama con llama bebé”. Nuestras dos estrellas más cercanas más allá del Sol, Alfa Centauri y Hadar, ubicadas a una distancia de 4.4 años luz de distancia, solo se pueden ver desde el hemisferio sur. Estos son los “ojos de la llama”, incrustados en la nube oscura que atraviesa el plano de la galaxia, la Vía Láctea, delineando la forma de la llama madre con un bebé lactante detrás (Ilustración a continuación por el Museo Nacional de los Indios Americanos del Institutución Smithsonian). En la provincia argentina del Chaco, los indígenas mocovíes hablan de Naxiq, un ñandú en el cielo (ñandú es un pequeño pájaro no volador sudamericano). Los aborígenes australianos ven un emú en el cielo. Probablemente los maoríes veían al moa gigante en el cielo.